ROSALÍA SÁNCHEZ
Especial para EL MUNDO Berlín
El
acceso de los fiscales alemanes a los archivos secretos de Brasil y Chile ha
permitido confirmar en los últimos años que unos
9.000 nazis huyeron a Latinoamérica en los
últimos meses de la II Guerra Mundial y durante los posteriores a la contienda.
Casi todos ellos seguían la denominada "ruta
de las ratas", que incluía a menudo un paso personal o de
un apoderado por Suiza, donde era depositada la fortuna que haría posible tanto
el viaje como la posterior supervivencia.
Ahora, cuando se cumplen 70 años de la caída de
Berlín, la banca suiza ha decidido indagar en las cuentas abiertas en la
postguerra y que después fueron abandonadas, entre las que sospecha que hay todavía
cuentas abiertas por nazis alemanes para poner a salvo sus fortunas. Podría
tratarse de fondos, al menos parte de ellos,expoliados
a los judíos. Un portavoz de la Federación de Bancos Suizos ha
confirmado que están siendo investigadas todas aquellas cuentas abiertas antes
de 1955 en las que haya anotados más de 500 francos suizos y que no hayan
registrado movimientos después de 1965. Los resultados de esta investigación
serán publicados en internet antes de final de año.
Swissbanking, la organización de los
bancos suizos, explica que esta investigación "es la consecuencia de la
entrada en vigor el 1 de enero de 2015 de una nueva disposición legal" y
su objetivo "es permitir a eventuales herederos que reclamen sus derechos
a los bancos donde se depositó el dinero".
Los nombres permanecerán públicos durante unos dos
años, con el fin de que los eventuales herederos tengan tiempo de darse a
conocer. Si al cabo de este plazo nadie reclama nada, las cuentas pasarán a
propiedad de la Confederación Helvética. "Este dispositivoafecta
a todas las cuentas, independientemente de quienes sean los
titulares", advierte una portavoz de Swissbanking.
Con la llegada del siglo XXI Suiza realizó ya las
primeras publicaciones de datos sobre las llamadas "cuentas
durmientes", pero solo de aquellas que guardaban una relación probada con
las víctimas del Holocausto, en su mayoría judíos que habían abierto cuentas en
bancos suizos y que murieron después en los campos de concentración. Ahora la
búsqueda es indiscriminada y según ha publicado el diario alemán Die Welt, el banco
cantonal de Argovia (Suiza) ya ha aportado datos tres cuentas inactivas, entre
las que figura la de un ciudadano alemán y que contiene unos 1.000 francos
suizos (960 euros), abierta en marzo de 1940.
El 1 de junio de 1998 una comisión del Gobierno de
Estados Unidos publicó un informe en el que se vinculaba el oro
robado por los nazisa cuentas bancarias suizas, que a su vez
estaban relacionadas con compras realizadas en países neutrales: España,
Portugal, Suiza y Turquía. Muchas de las fortunas nazis, según quedó demostrado
en ese informe, no permanecieron en Suiza, sino que fueron transferidas con el
tiempo a Estados Unidos.
El Chase National Bank, que posteriormente pasó a
llamarse Chase Manhattan, uno de los tres bancos más importantes de Estados
Unidos, efectuó transferencias de grandes cantidades de dinero a otros bancos
controlados por los nazis a través de sus filiales en Suiza y en París.
El Chase administraba, por ejemplo, las cuentas del embajador alemán en París y
hay constancia de transferencias como la registrada el 13 de agosto de 1942,
5,5 millones de francos al embajador alemán para financiar a la Gestapo y para
realizar operaciones comerciales con obras de arte judías. El Tesoro y el
Departamento de Estado del Gobierno norteamericano dieron el visto bueno a las
transacciones del Chase.
También hubo cuentas puente de titularidad de la
Standard Oil Corporation, la mayor empresa de Estados Unidos, que suministró
carburantes a la maquinaria de guerra de los nazis a través de susfiliales
del Caribe y de América Latina durante
toda la guerra. Estas operaciones se apoyaban también en cuentas suizas pero
que fueron limpiadas o cerradas con el paso de las décadas.
Lo que la banca suiza espera ahora
rebuscar entre los restos son pequeñas fortunas que den lugar a demandas de
herederos de calibre menor, pero que permitan cerrar ese capítulo de la
historia financiera para siempre.
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